domingo, 23 de mayo de 2010

La sorprendente relación entre obesidad y depresión

Hoy, leyendo la revista "Consumer Eroski" (una publicación muy buena, por cierto, os recomiendo leerla al menos una vez en semana) he descubierto la siguiente publicación.


En este artículo se habla de un conjunto de estudios publicados en la prestigiosa revista "Archives of General Psychiatry". No os voy a leer el artículo ni mucho menos (para eso os he puesto el link) ni siquiera resumirlo, sólo he extraído dos datos fundamentales: las personas obesas tienen un 55% de posibilidades de padecer depresión mientras que las personas deprimidas poseen un 58% de padecer obesidad... curioso.



Nos encontramos frente a una relación bastante estrecha entre ambas que os voy a intentar explicar. En esta publicación no se habla nada de esto pero cuando una persona sufre de depresión y es tratada, junto con ese tratamiento cognitivo-conductual se le recetan una serie de medicamentos que favorecen la receptividad del paciente haciendo que las terapias resulten más fáciles y más productivas. Las ventajas de éstos fármacos son innumerables pero, como todo, también poseen inconvenientes, entre ellos el aumento considerable del peso (en la mayoría de los casos, aunque es cierto que hay antidepresivos en los que este efecto secundario no es tan pronunciado). Dicho esto, la segunda premisa está clara: las personas deprimidas poseen mayor riesgo de padecer obesidad principalmente por la medicación. Si a esto le sumamos que en muchas ocasiones el paciente con depresión intenta calmar su ansiedad mediante el uso (y el abuso sobre todo) de la comida pues ya tenemos la solución.

El hecho de padecer depresión debido a una obesidad previa es un poco más complejo y depende principalmente de un factor interno: la autoestima.

La autoestima es la percepción emocional profunda que las personas tienen de sí mismas. En una sociedad como la actual poseer autoestima es más valioso incluso que tener una limusina aparcada en la puerta de casa. Es difícil hoy en día aprender a valorarse cuando constantemente estamos siendo sometidos a estímulos (vía televisión, radio, periódico, internet, películas...) en los que vemos (o nos hacen ver) que las personas más delgadas, más guapas, más altas y más inteligentes (en ese orden) son las que triunfan y las que son más felices.
Con todo este bombardeo es difícil aprender a vernos en el espejo y a querernos delante del mismo. Si para una persona con un peso normal (dentro de los niveles establecidos en el índice de masa corporal, otro día os explicaré lo que es) resulta complicado imaginad la ansiedad que puede provocar en una persona con sobrepeso u obesidad. Esta ansiedad provoca primero, mayor apetencia por la comida (buscando una satisfacción) pero después, como no, arrepentimiento (por haber consumido de forma compulsiva el objeto prohibido), aislamiento social (¿quién me va a querer con este cuerpo?) e incluso tendencias suicidas. ¿A qué nos suena éste cuadro clínico? Efectivamente, una depresión en toda regla.

Después de esta divagación, creo que es importante que nos planteemos una cuestión: si en la sociedad no primara tanto la imagen corporal, ¿disminuiría el porcentaje de personas obesas que padecen depresión debido a esta obesidad?

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo. Esta claro que este índice se vería disminuido notablemente

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