En verano son el alimento ideal para
sobrellevar de mejor manera las altas temperaturas. El problema, como siempre,
radica en el abuso de los mismos: un helado ocasionalmente, en el marco de una dieta
equilibrada y con una práctica de ejercicio regular, no debe tener
mayor importancia. Si consumir helados se convierte en un hábito diario, habrá
que optar por las versiones más saludables.
Para elegir las alternativas más sanas
debemos fijarnos en 4 detalles principalmente:
1. Contenido calórico: a mayor
contenido calórico, mayor energía. Como antes os he mencionado, de vez en
cuando no tiene por qué suponer un desequilibrio en el organismo, de hecho
podría incluso resultar beneficioso para no acostumbrar a nuestro metabolismo a
funcionar siempre con unos márgenes de energía muy bajos, pero si hablamos de
obesidad, sobrepeso y demás hay que tener muy presente el valor calórico.
2. Grasa: si es de origen lácteo (nata,
mantequilla, crema, leche) el producto llevará un mayor porcentaje de grasa y
colesterol. En el caso de que sea de origen vegetal, importante comprobar su
naturaleza, ya que si lleva aceites de coco o de palma el perfil lipídico
también será alto en grasas saturadas. Importante controlar este punto en
personas con dislipemias (hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia…),
sobrepeso y obesidad.
3. Azúcares: el contenido medio de
azúcar en los helados suele oscilar entre los 15 y los 30 g por cada 100 g,
resultando esto más de la mitad del contenido de azúcar que un adulto medio
debe tomar al día. Si a este azúcar le sumamos la de las porciones de fruta
diarias y lácteos, nos encontramos con un exceso de azúcar en la dieta de cuyas
consecuencias, sostenidas en el tiempo, os hablaré próximamente. Sobra decir
que este tipo de helados quedan totalmente desaconsejados en casos de diabetes,
dislipemias, sobrepeso y obesidad.
4. Aditivos: además de todo lo
anterior, los helados suelen ir cargados de todo tipo de aditivos, aromas,
emulgentes, saborizantes y espesantes que intentan recrear todo el sabor y
textura demandadas por el público. Este contenido en aditivos se multiplica
cuando nos referimos a las versiones “light” o “sin azúcares”.
En base a esto, queda una duda en el
aire: ¿existe alguna alternativa saludable? Sí, hay opciones que refrescan,
tienen buen sabor y son sanas. Algunas de ellas las expongo a continuación:
· El yogur helado: y no hablo del
famoso “Yolado” (cuyo contenido calórico y de azúcares por otro lado asustaría
a cualquiera). Me refiero al yogur congelado de toda la vida: cogemos un yogur
(si es desnatado y sin azúcares mucho mejor), clavamos un palo (o en su defecto
una cuchara) y lo metemos en el congelador hasta que congele. Tendríamos en un
apetecible helado todas las ventajas del yogur.

· Polos de sabores con fruta: basta
con batir la fruta deseada (fresa, limón, naranja…), añadir unas láminas de
agar-agar o gelatina y enfriar hasta que solidifique.
·
Cremoso de lácteo y fruta: mezclando
yogur o leche con fruta podemos obtener batidos o preparaciones con trozos que,
tras el proceso de congelación, resultarán deliciosos manjares de numerosos sabores.
· Con trozos de frutos secos: al igual
que con la fruta, los yogures pueden ser estupendas bases para preparaciones de
helados con trozos de frutos secos (nueces, almendras, avellanas…).
· Tés e infusiones granizadas: otra
alternativa para refrescar y, lo mejor de todo, 0% (tanto calorías, como grasa
y azúcares). Hacemos nuestra infusión o té favorito y mezclamos con hielo
picado para adquirir textura de granizada. Si añadimos unas hojas de menta o
una rodaja de limón tendremos un refrigerio muy veraniego y con mucho sabor.
· Polos de hielo: los típicos polos
“flash” que comprábamos de pequeños o los más perfeccionados “Calipos”, el caso
es que estos helados refrescan y, debido a su alto contenido en agua, tienen
pocas calorías. Indicar que el hecho de que posean pocas calorías no resta que
tengan bastante contenido en azúcares y aditivos, por lo que no conviene
abusar.
· Minis: para los más golosos siempre
queda la alternativa de optar por las versiones más pequeñas de sus helados
favoritos. Disfrutarán de todo el sabor y, al ser la ración mucho menor,
aportarán menos cantidad de calorías, azúcares, grasas y aditivos que sus
hermanos mayores.
Bon profit!!!
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