Fin de semana. Miles de adolescentes (y no tan adolescentes) se agolpan en los famosos "abierto 24 horas" para comprar el botellón y conseguir de esta forma evadirse de su realidad y convertirse, aunque solamente sea durante unos minutos, en personas alegres y admiradas por el resto del grupo. Entre ellos un colectivo, principalmente chicas (aunque desgraciadamente también se dan casos de chicos) con una idea en mente: adelgazar, llegar a ese cuerpo perfecto cientos de veces anunciado en televisión y que todas las famosas poseen según ellas de forma genética.
Obviamente, en toda dieta restrictiva los alimentos grasos

Con este panorama, en la mente del adolescente se dan una serie de paradigmas que aparentemente tienen poca lógica pero en una mente con poca personalidad, voluble y con baja autoestima (características típicas de la adolescencia) parecen cobrar sentido: no puedo engordar, porque si engordo me va a rechazar la sociedad, pero no puedo dejar de beber, porque si dejo de beber me voy a ver expulsada de mi grupo por no llevar el mismo "rollo" que el resto. Solución: muy simple... dejo de comer.
En eso se basa este trastorno del comportamiento alimentario, en restringir las cantidades de comida durante el día que se tiene previsto beber alcohol y durante el día siguiente para de esta forma compensar las ingestas masivas del mismo y evitar ese demonio que ronda por la cabeza de todos: coger peso.
Lo he dicho al inicio y lo reitero, no voy a hacer juicios de valor. Esa decisión la dejo en sus manos.
Me parece una barbaridad pero allá cada uno...
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